lunes, 22 de agosto de 2016

SELECCIÓN: "Afrodita"

Y está triste
como una silla abandonada
en la mitad del patio azul
Los pájaros la rodean
Cae una aguja
Las hojas resbalan
sin tocarla
     Y está triste
en mitad del patio
con la mirada baja
los pechos alicaídos
dos palomas tardas
Y un collar
sin perro
en la mano

          Como una silla vacía.

                               CRISTINA PERI ROSSI

lunes, 15 de agosto de 2016

"NO LO ENTIENDO PORQUE NO SOY MUJER": CONTRA EL CONCEPTO DE UNIVERSALIDAD

"No lo entiendo porque no soy mujer" oímos a menudo al hablar de la poesía escrita por mujeres, "no es universal". Parece sencillo comprender que la verdad masculina -proveniente de una identidad de poder, con voz y voto- no encaje en la temática femenina tradicional de silencio, vergüenza, privación de libertad y forzada pasividad frente al mundo. Sin embargo, si tal diferencia existe: ¿por qué la mujer ha de aceptar la poesía masculina como universal?, ¿son las verdades masculinas más importantes?, ¿más generales?

Que la mujer y sus problemas pertenecen al espacio privado no es ninguna novedad: sus preocupaciones no salen a la luz de las plazas públicas, no son considerados de todos sino asuntos meramente circunstanciales. Con esto en mente, todo cobra sentido, ¿cómo podría algo circunstancial ser una verdad universal?, ¿cómo podría apelar a todos? Pero cuando Emily Dickinson narra su descontento cara a asumir el "honorable oficio de mujer y de esposa", Irene Gruss lamenta "y mientras pasaban / sirenas y disparos, ruido seco / yo estuve lavando ropa, / acunando, / cantaba, / y la persiana a oscuras" o Carolina Coronado describe las burlas que sufre ("—Jesús, qué mujer tan rara. / —Tiene los ojos de loca. / (...)—Dicen que siempre está echando / relaciones ella sola. / (...) Más valía que aprendiera / a barrer que a decir coplas...") no vienen a reflejar situaciones particulares ni aisladas. Todo lo contrario: apelan a una realidad compartida por la práctica mitad de las personas, a una verdad colectiva.

Lo absurdo de la situación resulta evidente al invertir la premisa: "no lo entiendo porque soy mujer". Incluso un poema tan fálico como "The beautiful poem" de Richard Brautigan ("...Meando hace unas horas / llegué a mirar mi pene / con cierto afecto. // Saber que ha estado dentro / de ti dos veces hoy / me hace sentir hermoso.") es comprendido por ambos sexos. Al fin y al cabo, lo importante no reside en la experiencia concreta sino en su significado. Entonces, si -como parece logico- asumimos que cualquiera puede comprender y encontrar reflejo en la poesia masulina, blanca, heterosexual y cisgénero, es razonable inferir que el hombre blanco, heterosexual y cisgénero podrá hacer lo mismo en la de otras identidades. Por otra parte, si no aceptamos la primera premisa, no tendría sentido hablar de "universalidad" ya que el poema "universal" de una identidad sería incomprensible para las demás.

En conclusión, no confundamos la verdad hegemónica con las múltiples verdades colectivas, ni la poesía derivada de la primera con la poesía universal. Haciéndolo, estamos privando de riqueza al mundo y de libertad a las identidades oprimidas. Permitamos que los lectores futuros encuentren un espacio acogedor en los versos de hoy, abramos las puertas a las múltiples experiencias y aprendamos de la diversidad.

lunes, 8 de agosto de 2016

DIARIO DE UN PURETAS RECIÉN CASADO, Víctor Peña Dacosta


Diario de un puretas recién casado
Víctor Peña Dacosta
Ediciones Liliputienses
Cáceres, 2016

Víctor Peña Dacosta (Plasencia, 1985) recientemente despidió su soltería. Este dato, que podría parecer irrelevante o incluso inadecuado al hablar de poesía, toma relevancia desde un primer momento en la última obra del placentino, Diario de un puretas recién casado. Pero el curioso título no solo habla del estado civil de su autor; la referencia a Juan Ramón Jiménez es también una declaración de intenciones, una nota aclaratoria: Peña Dacosta ha hecho los deberes.

Coloquial, cercana y sorprendente, así podría definirse esta última entrega. Nos ofrece otra mirada hacia hitos de las relaciones amorosas como los votos nupciales ("Prometo con los dedos rectos serle / fiel de palabra y obra y esconder un mínimo / las carpetas del porno (...) Prometo traerle flores de vez en cuando / acordarme alguna vez de alguna fecha / no meter cosas sin tapar en la nevera...") sin miedo a apelar a la flamenca de whatsapp, al porno o a los emoticonos. Peña Dacosta busca lo hermoso en la realidad en lugar de inventar un espacio idílico de amor y flores, trayéndonos a menudo a la memoria los versos de "Canción de aniversario" de Jaime Gil de Biedma: "la realidad -no demasiado hermosa- con sus inconvenientes de ser dos".

Resulta curiosa la fuerte relación entre el amor y la política que encontramos en Diario de un puretas recién casado, pasando por la lucha contra el heteropatriarcado desde los gestos románticos ("y paguemos a medias, vida mía / acabemos juntos con tantos siglos / de opresivo patriarcado") o la comparación del "sacrificio conjunto" del amor con el comunismo ("Pero con ciertas garantías de éxito"), pasando por una de las mejores composiciones: "Si se puede...".

Aunque entre preparativos de boda y gestos de amor, el placentino también encuentra hueco para, sin abandonar nunca su característico humor, relatar los cambios de la madurez ("...supongo / que existe un yo distinto / en otra dimensión sin extra de queso"), y también a aquellas cosas que nunca parecen cambiar ("Me levanto como cuando estaba / soltero: empalmado pero jodido / de la nariz y la vida, cansado / de mi cuerpo y la lucha diaria / con los niños y la almohada").

En conclusión, el brevísimo segundo libro de Peña Dacosta viene cargado de ironía, sagacidad y buena poesía. Una lectura amena y muy recomendable.


SI SE PUEDE...

Sin más armas ni bandera

que mi pantalón de pinza negro
y mi polo pijo y rojo, reivindico
un anarquismo mainstream
en pos de la centralidad.

lunes, 1 de agosto de 2016

SELECCIÓN: "Si fuera al menos aquel terrible..."

Si fuera al menos aquel terrible,
el de la humillación a nada comparable,
año 1993
cuando no teníamos nada más
que el uno al otro.

Ojalá fuera aquel terrible,
aquel tantas veces terrible 1993.

Tendría todavía cinco años completos
para poder mirarte
y tenerte a mi lado.

                                  IZET SARAJLIC